Amarnos también es cuidar nuestra salud mental
Autor: Antonia Espinosa Siliceo
Estamos en el mes dedicado al amor y la amistad, aunque poco nos detenemos a pensar que el amor comienza por uno mismo. Y si nos amamos, nos cuidamos, cuidamos nuestra salud física y también nuestra salud mental.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), define la salud mental como: estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”.
En estudios realizados en salud mental, se ha encontrado que personas con niveles elevados de Inteligencia Emocional presentan mayor bienestar emocional y mayor salud mental. Así como bajos niveles de Inteligencia Emocional se relacionan con la ansiedad, depresión problemas de personalidad y tendencia hacia las conductas adictivas.
Cuando hablamos de inteligencia emocional hablamos de nuestras emociones, que, cuando no son canalizadas adecuadamente, pueden tomarnos por sorpresa y expresarse en situaciones y espacios no apropiados que probablemente nos genere molestias o que disparen conductas relacionadas con el momento en que se generaron.
Muchas de nuestras conductas diarias tienen su origen en diversas emociones que no siempre son recientes. La mayoría vienen de un aprendizaje, incluso tan antiguo como en nuestra primera infancia. ¿Qué me hace enojar?,¿por qué lloro con algunas cosas?, ¿por qué asocio el dolor o la tristeza con algunos de mis recuerdos?
Está demostrado que las personas que no canalizan adecuadamente sus emociones pueden tener una tasa de mortalidad entre 15 a un 20% mayor respecto a las personas que dan cabida suelta a la emoción, es decir aquellos que manifiestan sus emociones, son capaces de cambiar y adaptarse mejor a las condiciones de vida, lo que permite disminuir la posibilidad de muerte por infarto o enfermedades crónico-degenerativas.
Ante todo, esto ¿cómo puedo aumentar mi inteligencia emocional?
Detectar la emoción que hay detrás de mi conducta. Aprender a conectar con las emociones y entender cómo nos influyen.
Ampliar mi vocabulario emocional, ponerle el nombre a cómo me siento, en vez de decir: “Estoy bien o mal” por ejemplo, sería mejor decir: “Me siento decepcionado o me siento triste”.
Entender que una emoción puede desencadenar otra emoción, así a lo largo del día vamos a ir sintiendo diferentes emociones, y esto es normal.
No juzgar como me siento, si reprimo la emoción acabará apareciendo de una forma más intensa. Necesitamos aprender a transitar nuestras emociones.
Poner atención a nuestro lenguaje corporal. Expresamos con nuestro cuerpo como nos sentimos por dentro las emociones provocan manifestaciones fisiológicas automáticas. Detectar este lenguaje nos ayudará a detectar qué emoción estamos sintiendo.
Escribir un diario emocional. En un momento del día anotar como nos sentimos, puede ayudar a reducir la intensidad emocional y como resultado a conocernos a nosotros mismos.
Expresar mis emociones de forma asertiva. Por ejemplo, podemos decir: “Me siento triste cuando me hablas con este tono”, aquí estoy definiendo mi emoción y expresándola en primera persona.
También es importante entender que estar emocionalmente saludable no significa estar todo el tiempo feliz. Sino ser consciente de nuestras emociones y saber cómo gestionarlas.
Las personas con alta inteligencia emocional también tienen estrés ira o tristeza, la diferencia es en lo que esta persona hace con estas emociones
Una buena manera de vivir este febrero mes del amor, es aprendiendo como la inteligencia emocional puede ayudarnos a tener una mejor salud mental.
Te invito a que te acerques a tu psicoterapeuta o a que inicies un proceso terapéutico para aprender a conocerte, a descubrir tus emociones y gestionarlas y así mejorar tu salud mental; este es un acto muy grande de amor propio
¡Feliz mes del amor propio!
Antonia Espinosa Siliceo
Psicoterapeuta
Fecha de publicación: 14/02/2024